Hace muchos años un diagnóstico nos cambió la vida para siempre, como individuos, pareja, familia. Muchos sueños, planes, proyectos se derrumbaron. Luego las cosas se fueron acomodando, y en la medida que él mejoraba, nosotros mejorábamos con el.
Pasaron 18 años, parecen muchos, de golpe son nada, logros, retrocesos, lagrimas, triunfos, risas. Aprendimos, y el saber nos hizo fuertes, tolerantes, empaticos, solidarios, nos lleno de amigos maravillosos que conviven a diario casi como nosotros.
Mi hijo piensa, vive, observa, escucha, come, sueña y duerme como cualquier joven.
Es sano, es bueno, inocente, alegre, a veces gruñón, hace su cama sin olvidarse diariamente, lava su plato, compra en el súper los panes para hacer panchos, viaja solo, toca la guitarra, tiene amigos, ahorra! Me ayuda, es experto en trenes y aviones….
Ese ser maravilloso que me llena el corazón y el alma de sentimientos inexplicables es mi hijo, que me saca muchas sonrisas, que me pide programa “de varones para salir solos”
Que hace reflexiones que me dejan mudo, que definitivamente no lo cambiaría por nada, por nadie, respetando su singularidad, su pureza, su bondad infinita!
Benjamin 20 años
Luis Casanellas