“En la sociedad de hoy jugar es perder el tiempo, sobre todo si el que juega es un adulto. En mis años como terapeuta de niños con TEA, el tiempo de juego es quizás el que mayores recompensas me ha dado y es a su vez el tiempo que resulta más controversial para los papas. “

¡Alerta! Terapeutas jugando.

Cuando se habla de los Trastornos del Espectro Autista en relación al juego surgen palabras y frases como: estereotipias, conductas repetitivas, falta de imitación, ausencia de simbolización, etc. En otras palabras se hace referencia a que la mayoría de los niños con TEA no logran alcanzar un nivel de juego funcional. Recientemente leí un artículo que terminaba con la siguiente pregunta:

¿Es imposible que los niños con TEA aprendan y disfruten el jugar en compañía de otros?

La humanidad ha jugado por siglos y el juego ha sido fuente de transmisión, de socialización, de diversión, en esencia creador de cultura. El juego de por sí es una actividad intrínseca al desarrollo. Ha ido evolucionando en la forma en que se presenta, su protagonismo en el tiempo y en la manera que se le ha conceptualizado. Lo que no ha cambiado a pesar de tantas etapas por las que ha transitado el ser humano, es que todos han, hemos y continuamos jugando.

El juego según como lo definiera (Huizinga, 1972) “es una acción o una actividad voluntaria, realizada en ciertos límites fijos de tiempo y lugar, según una regla libremente consentida (…)”. Su único objetivo o función es generar el placer de jugar (Yutang.). Sin embargo el surgimiento y desarrollo de ciencias como la sociología, la antropología, la biología, la psicología evolutiva y el marco teórico de la práctica psicomotriz, han aportado descubrimientos y teorías que han transformado la manera en que se le concibe, generando un creciente interés por su estudio y comprensión de la didáctica del juego.

Autores como Piaget definieron la importancia del juego en la adquisición de las habilidades sensorio motoras, cognitivas y de socialización; identificando o clasificando el desarrollo del juego  con los diferentes momentos evolutivos.

El juego es fuente de placer, placer que es compartido mediante acciones con el otro. El placer por su parte activa todo los engranajes del sistema nervioso central, propiciando que el individuo se abra para relacionarse con su entorno (Mendel, 1990). Cuando se reflexiona acerca de todas las propiedades del juego, de lo que implica para la especie y su rol protagónico en el desarrollo del ser, se comprende porqué una de las técnicas de terapia más utilizada en las sesiones de terapia de niños con TEA sea precisamente el Modelo DIR®/Floortime™:

  • MODELO DIR. Desarrollo, Diferencias Individuales, Basado en las R
  • Floor-time. Tiempo en el suelo o juego circular

El Floortime es una técnica específica basada en el interés del niño, que permite generar momentos de comunicación con él utilizando tanto el lenguaje no verbal como el verbal. Su objetivo es estimular la interacción cara a cara del niño con el otro (terapeuta o familiar). Se trata de un constante dar y recibir en el que no importa si el niño habla o no. En palabras del Prof. Bernard Aucouturier “Tomarse el tiempo de jugar es pensar con el niño y atribuirle pensamientos a él”.

En mis años como terapeuta de niños con TEA, el tiempo de juego es quizás el que mayores recompensas me ha dado y es a su vez el tiempo que resulta más controversial para los papas. En la sociedad de hoy jugar es perder el tiempo, sobre todo si el que juega es un adulto. En este sentido he usado diferentes métodos para hacer llegar esta experiencia a las familias, desde la filmación de las sesiones hasta invitarlos a participar. Personalmente el registro audiovisual me ha permitido dejar asentado la evolución de los niños y mostrar como al superarse con pequeños detalles ellos pueden avanzar niveles e incluso desarrollar el juego simbólico.

Si tuviera que explicar que considero le aporta el juego a los niños con TEA diría que no solo los ayuda a interactuar y socializar, sino que además les permite entender su cuerpo, organizarse sensorialmente, representarse, aprender a imitar, simbolizar; pero sobre todo Comunicar. Porque un niño que juega es un niño que comunica y si comunica aprende a interactuar con el otro y de esta relación que se basa en el movimiento, en los gestos, en el cuerpo y en el sonido de las palabras, nace el disfrute por jugar. En otras palabras el placer de jugar  consigo mismo, conmigo, contigo y con el otro.

Terapeuta Susel María Aja Pajón