Generar instrumentos de evaluación cualitativa que ayuden a plantear niveles de intervención apropiados en las áreas de comunicación y lenguaje es importante y fundamental para los profesionales que se dedican al diagnóstico e intervención en TEA y TEL.

El trastorno específico del lenguaje (TEL) es un trastorno que afecta el lenguaje expresivo y receptivo, en ausencia de deterioros neurológicos, retraso mental, trastornos de la conducta o deprivación ambiental. Se sabe que en los niños, el TEL afecta a sus relaciones con el entorno, con el conocimiento y con el aprendizaje porque tienen dificultad para comunicar deseos, necesidades, afectos, planes, etc. Por lo general los niños con TEL no logran desarrollar ideas que van más allá de lo concreto y tienen un vocabulario o repertorio lexical escaso lo que limita el poder reconocer y nombrar el mundo que los rodea. Desde lo perceptivo cognitivo, la mayoría de estos niños reconocen el mundo, pero no consiguen describirlo satisfactoriamente. Poco a poco, desarrollan mayor habilidad en la denominación del mundo en cuanto a sus nombres, sus cualidades, las acciones que sobre él pueden realizar y los modos en que pueden hacerlo; pero la combinación de esas palabras en frases de contenido que impliquen un mayor grado de abstracción se reduce.

Varios trastornos neurológicos conducen a problemas de lenguaje en niños, por lo que es necesario descartarlos antes de hacer un diagnóstico de TEL. No debe encontrarse evidencia de lesiones cerebrales focales, traumatismo craneoencefálico, parálisis cerebral o trastornos convulsivos. Estos criterios de exclusión descartan ciertos grupos de niños que anteriormente habían caído en la categoría de disfasia del desarrollo. Los niños incluidos en dicha categoría presentaban lesión cerebral difusa o síndrome de Landau-Kleffner.

Los niños con trastornos específicos del desarrollo del lenguaje, que presentan afectación tanto en la comprensión como en la expresión muestran un abanico de conductas heterogéneas. Estos aspectos se traducen en dificultades en la clasificación de los trastornos del lenguaje.

Con frecuencia, al observar a niños pequeños con TEL mixto (esto es, cuando está afectada la comprensión y la expresión), aparecen asociadas grandes dificultades de atención al lenguaje; esto se relaciona con las conductas de desconexión, escasa duración en la interacción y problemas de conducta. Sin embargo, frecuentemente utilizan estrategias comunicativas no verbales para compensar sus dificultades. Algunas de ellas son la expresión facial, las miradas de referencia conjunta y los gestos, como señalar para pedir y para compartir. Sin embargo, las diferencias individuales generan un espectro de conductas comunicativas de menor a mayor complejidad.

Otro criterio importante para diagnosticar un trastorno específico del lenguaje es que se descarte autismo o TEA. Se debe tener en cuenta que en el Trastorno Semántico Pragmático (TSP), hay cierta dificultad social que lleva a confundirse con un tipo de autismo. Hay niños que presentan dificultades en la comunicación, y en quienes es difícil definir el diagnóstico específico dentro de un espectro que incluye el autismo de tipo funcional, el autismo atípico y el TSP. Por lo tanto, se plantea la necesidad de aplicar cuestionarios a los padres acerca del comportamiento, la comunicación y las relaciones sociales de los niños, así como cuestionarios de evaluación en el consultorio sobre conductas de los niños y cuestionarios para los maestros, que permitan una definición más clara de autismo altamente funciona. y TEL. Además, un niño que se encuentre en este espectro debería re-evaluarse con estos instrumentos para confirmar el diagnóstico, considerando que en estos casos la evolución del trastorno puede aclarar la situación

La enorme heterogeneidad sintomática que presentan las personas con TEA también se refleja en el lenguaje y la comunicación. La mayor parte de los autores coinciden en que, en el desarrollo típico, existe una clara continuidad entre la comunicación preverbal y la comunicación verbal, y que los niños preverbales constantemente desarrollan aptitudes y construyen esquemas comunicativos que son fundamentales para el posterior desarrollo del lenguaje. Algunos de estos aspectos son la regulación temporal del intercambio social, las pautas de atención y acción conjunta, la expresión facial, las miradas de referencia conjunta y los primeros gestos, principalmente el gesto de señalar. Muchos de los niños pequeños con autismo que acuden a consulta de evaluación por primera vez no presentan la conducta de señalar y si está es para pedir y no para compartir. Los niños con TEA muestran dificultades en la adquisición de las primeras etapas del lenguaje dentro del período crítico natural.

Las semejanzas en las características del lenguaje entre los niños con autismo y los niños con trastornos específicos del lenguaje receptivo son evidentes. Se han realizado diferentes estudios comparativos del funcionamiento en comunicación y lenguaje en los niños con TEA y los niños con TEL. Algunos autores defienden la hipótesis de que la atención conjunta se relaciona con el desarrollo del juego, de las respuestas emocionales más complejas y de las habilidades de relación. Así mismo, se ha planteado que el desarrollo de capacidades de atención conjunta resulta un hito importante para el posterior desarrollo del lenguaje. Al comparar estos aspectos entre ambos grupos, los niños con autismo presentan menor atención dirigida hacia objetos y hacia el adulto que los niños con TEL. En relación al uso de símbolos, los niños con autismo muestran menor uso de vocalizaciones para expresar intenciones en etapas tempranas del desarrollo del lenguaje, cuando se comparan con niños con TEL. Del mismo modo, los niños con autismo no utilizan otros gestos simbólicos convencionales (señalar, saludar con la mano, negar con la cabeza, etc.), a diferencia de los niños con TEL. Además, los niños con autismo no suelen compensar la ausencia de lenguaje con otras modalidades de comunicación no verbal, como los gestos.

En relación al juego, las diferencias aparecen en juego simbólico, aspecto este último cualitativamente alterado en el autismo. La literatura ha señalado con frecuencia la estrecha relación existente entre las capacidades de juego simbólico y las de lenguaje receptivo y expresivo.

El TEL es un trastorno ‘específico’ del desarrollo, esto es, que afecta a un único dominio, en este caso al lingüístico. Si el perfil lingüístico del autismo y del TEL es el mismo o diferente ocupa gran parte del interés investigador actual, aunque parece claro que el trastorno lingüístico central en el autismo es de tipo pragmático, siendo más variables los trastornos que afectan al plano formal del lenguaje, todo lo contrario a los que sucede en el TEL. Se sabe que puede haber casos de trastornos que afectan especialmente a la estructura del lenguaje, otros que se manifiesten principalmente en el uso del lenguaje, mientras que también puede haber casos de TEL con funcionamiento deficitario, en mayor o menor grado, tanto en la estructura como en el uso. Por tanto, en función de los resultados de distintas investigaciones y de las sugerencias extraídas de los mismos, el trastorno semántico-pragmático o trastorno pragmático del lenguaje sería un tipo de TEL en el que las principales dificultades lingüísticas estarían referidas a las dimensiones de contenido y uso comunicativo del lenguaje.

La evidencia de la que disponemos en la actualidad sugiere que se pueden delimitar áreas de fuerzas y debilidades de las distintas dimensiones del lenguaje en diferentes condiciones clínicas. Se ha documentado igualmente el alto riesgo de autismo entre hermanos de individuos con TEL. Parece existir un solapamiento entre los perfiles lingüísticos del TEL y del autismo, que puede tener importantes implicaciones teóricas y abrir nuevos ámbitos de investigación; en definitiva, es probable que los fenotipos del autismo, del TEL y de otras patologías que afectan al lenguaje nos conduzcan a la búsqueda de un posible genotipo común y compartido entre ellas.

Subtipos según la clasificación de Rapin y Allen

Trastornos de la vertiente expresiva

  • Dispraxia verbal Incapacidad masiva de fluencia Articulación muy afectada, incluso ausencia completa del habla. Comprensión normal o muy próxima a lo normal.
  • Trastorno de la programación fonológica Habla fluente, pero difícilmente inteligible. Comprensión normal o casi normal.

Trastornos que afectan a la comprensión y la expresión

  • Déficit mixto receptivo-expresivo o Trastorno fonológico sintáctico Fluidez verbal perturbada. Articulación del habla alterada. Expresión limitada. Sintaxis deficiente, frases cortas, omisión de palabras funcionales, agramatismo. Comprensión deficiente en grados diversos, menos que la expresión.
  • Agnosia auditivo verbal o sordera verbal Comprensión del lenguaje gravemente afectada, incluso ausente. Expresión limitada a frases cortas o palabras únicas o totalmente ausente. Articulación alterada. Fluidez verbal perturbada.

Trastornos del proceso central de tratamiento y de la formulación

  • Déficit semántico pragmático Habla fluente, a menudo logorreica. Articulación normal Estructura gramatical de las frases normal. Modos de conversación aberrantes. Comprensión deficiente de los enunciados complejos (preguntas abiertas).
  • Déficit léxico sintáctico Habla fluente, con ocasional seudotartamudez por dificultad de evocación. Articulación normal. Jerga fluente (en el niño pequeño). Sintaxis inmadura, dificultad para formulaciones complejas Comprensión de enunciados complejos deficiente (preguntas abiertas).

Modificado de:

  • Trastorno específico del desarrollo del lenguaje: una aproximación teórica a su diagnóstico, etiología y manifestaciones clínicas R. Castro-Rebolledo, M. Giraldo-Prieto, L. Hincapié-Henao, F. Lopera, D.A. Pineda
  • Comunicación y lenguaje en el espectro autista: el autismo y la disfasia J. Martos , R. Ayuda
  • Del trastorno específico del lenguaje al autismo E. Mendoza, J. Muño

Foto: Andrew J. Cerniglia Flickr via Compfight cc