Desde hace siglos, los seres humanos han utilizado terapias complementarias con el objetivo de mejorar su estado de salud, prevenir futuras complicaciones, o promover el cuidado y el tratamiento de enfermedades. Hoy en día, el incremento que se percibe en los problemas de salud ha llevado a que muchas personas buscaran nuevos recursos, basados en tratamientos biomédicos a métodos complementarios o de medicina alternativa. 

Aunque los términos medicina alternativa y complementaria suelen agruparse bajo un común denominador (CAM), en realidad, estos son dos conceptos diferentes:

  •     La medicina alternativa incluye todos los tipos de servicios sanitarios que sustituyen los tratamientos médicos y que no forman parte de las terapias o biomedicinas modernas.
  •     La medicina complementaria se define como el sistema de cuidados y tratamientos que se aplica de forma suplementaria a otros tratamientos médicos. 

Las prácticas de medicina complementaria y alternativa (CAM), a su vez, se dividen en cinco categorías:

  1.     Tratamientos de medicina alternativos, propios del Oriente, como la acupuntura, la Ayurveda, la naturopatía, la homeopatía y la medicina tibetana.
  2.     Intervenciones mente-cuerpo, como la meditación, la hipnosis, la danza, el arte, la musicoterapia, la respiración diafragmática, la curación espiritual y la oración o rezo.
  3.     Terapias biológicas, que incluyen medicinas herbarias, vitaminas, minerales, suplementos dietéticos, dietas especiales, medicina orthomolecular.
  4.   Métodos manipulativos y basados en el cuerpo, como los masajes en general, los quiroprácticos, la terapia craniosacral y la osteopatía.
  5.     Terapias de energía, como el reiki, el tacto terapéutico, el tacto curativo, el chi gong, y otros métodos que afectan el campo biomagnético del organismo. 

Se suele pensar que las personas más vulnerables utilizan más este tipo de tratamientos, especialmente aquellos niños que tienen enfermedades crónicas recurrentes o enfermedades que no poseen tratamiento alguno, aquellos que sufren de alguna discapacidad del desarrollo, o requieren de atención especial. El uso de CAM se estima entre el 9 al 70% de la población y un 1.8 al 87.6% en niños (Alrowais & Alyousefi, 2017). Diversos estudios encontraron un uso de 48.9% en Italia  (Berretta et al., 2017), 41.2% en USA (Ghildayal, Johnson, Evans, & Kreitzer, 2016), 86.9% en Taiwan (Yeh, Lin, Chen, Wang, & Huang, 2015), y  88.5% en Nigeria (Busari & Mufutau, 2017). 

Los trastornos del desarrollo son condiciones crónicas que provocan efectos significativos en las funciones vitales de los niños y se definen como “el grupo de condiciones crónicas que se relacionan con trastornos físicos o mentales a largo plazo“. Los niños con este tipo de dificultad  enfrentan diversos desafíos en sus principales actividades diarias, como el lenguaje, las funciones motoras y el aprendizaje.  Estos problemas pueden aparecer durante la etapa del desarrollo, desde los primeros años y, por lo general, perduran de por vida. El TEA, la encefalopatía, la discapacidad intelectual y el déficit de atención son los grupos más frecuentes de los trastornos del desarrollo. 

Es común que los padres de estos niños suelen recurrir a diferentes medicinas complementarias, en especial en los casos en que los tratamientos médicos son ineficaces. . Es por ello que, en el último tiempo los profesionales de la salud se han interesado en esta temática con el  propósito es satisfacer las necesidades de la comunidad. 

En un estudio realizado en Turquía, se intentó determinar con cuánta frecuencia las madres de niños con problemas del desarrollo utilizaban métodos de medicina complementaria y alternativa, y por qué lo hacían para así establecer una comparación de los métodos utilizados según el diagnóstico de cada grupo.  En este estudio participaron 390 madres de estudiantes con problemas del desarrollo, de las cuales el 77% informó que utilizaba algún tipo de tratamiento de medicina complementaria o alternativa. Quienes utilizaban una mayor cantidad de métodos eran las madres de niños con parálisis cerebral y trastorno del espectro autista, en particular, en niños de entre 4 y 8 años de edad. Las intervenciones mente-cuerpo más utilizadas fueron la oración, la búsqueda de ayuda por parte de predicadores musulmanes (también llamados hodjas), que leen pasajes sagrados que se cree que son beneficiosos para los pacientes, al igual que el uso de amuletos. El método biológico más utilizado fueron las multivitaminas (A, B6, B9, B12, C, D). Entre las terapias manipulativas y las terapias basadas en el cuerpo, las madres preferían el ejercicio físico y, con respecto a la terapia de energía, el tacto terapéutico o la sanación a distancia primaban sobre el resto. También se descubrió que, en niños con TEA, se optaba por utilizar amuletos, llevar una dieta rica en proteínas, no vacunarse, consumir productos a base de hierbas y buscar ayuda de predicadores musulmanes. Los niños con parálisis cerebral, en cambio, utilizaban masajes corporales y la técnica de ventosas, mientras que los niños con problemas psicológicos recurrían a la medicina quiropráctica y la musicoterapia. La mayoría de las madres esperaba “curar la enfermedad” de sus hijos a partir de estos tratamientos que, por lo general, suelen recomendarles, diversos miembros de la familia, amigos y vecinos, aunque no todos los médicos saben que sus pacientes reciben este tipo de tratamientos complementarios. 

Probablemente, las madres de niños con discapacidades del desarrollo busquen de forma constante diferentes opciones para encontrar un tratamiento para sus hijos (Senel, 2010). Sin embargo, la alta tasa de madres de niños con discapacidades del desarrollo que utilizan estos métodos en Turquía, seguramente se deba a otros factores. Turquía es un país en desarrollo en el cual es difícil poder acceder a tratamientos médicos, por lo que las familias con nivel socioeconómico bajo suelen tener disponibles otro tipo de tratamientos complementarios a los que acceden con mayor facilidad, ya que son relativamente económicos en el país. La mayoría de las madres que viven en Turquía buscan un tratamiento para la condición  de sus hijos en Internet, la televisión y otras fuentes de información. Muchos de esos productos se lanzan al mercado con títulos prometedores como”fármaco milagroso”, “método increíble”, “panacea” y”producto natural”, y los productos a base de hierbas se comercializan sin información adecuada en Internet o a través de herbolarios que utilizan estrategias de marketing y ventas con fines de lucro. Además muchas familias opinan que la medicina complementaria y alternativa es “inofensiva“ y “confiable“, y muchos turcos prefieren los enfoques espirituales, tradicionales y culturales frente a la medicina occidental.

En el caso de otros países, se observó que los enfoques difieren mucho entre las culturas occidental y oriental. En Italia y otros países occidentales, por ejemplo, se determinó que la medicina complementaria más utilizada en niños con TEA son las dietas especiales y los suplementos nutricionales, al igual que ocurre con los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad en países como Canadá y Estados Unidos, donde se incluyen dietas especiales, vitaminas, minerales, la aromaterapia y los tratamiento quiroprácticos. En la cultura oriental, se encontró un mayor porcentaje de padres que usan terapias biológicas y en China en particular, la acupuntura y la medicina tradicional china. En Corea también incorporan la acupuntura junto a la moxibustión y la medicina herbaria. En Arabia Saudita, al igual que ocurre en el norte de Jordania, los padres prefieren leer el Corán, rezar y beber agua del pozo de Zamzam (Aburahma, Khader, Alzoubi y Sawalha, 2010; Alrowais y Alyousefi, 2017).

El uso de la medicina alternativa y complementaria, entonces, parece estar relacionado con factores culturales. Las personas de países occidentales comúnmente usan terapias biológicas como dietas especiales, vitaminas, minerales y aromaterapia, mientras que las personas de países orientales recurren con mayor frecuencia a la acupuntura, la moxibustión, la medicina tradicional china y la lectura del Corán o la oración. Los métodos espirituales no se utilizan mucho en la cultura occidental para buscar soluciones a los problemas físicos, aunque sí en la cultura oriental. Sin embargo, la mayoría parece no optar por tratamientos de medicina alternativa como la homeopatía, la acupuntura y Ayurveda, o terapias energéticas como el reiki, el tai chi, el yoga, la kinesiología o los ejercicios de neuroretroalimentación, que también son más comunes en oriente. 

En conclusión, las CAM, es decir, las medicinas complementarias y alternativas, son un conjunto de diversas prácticas, y productos que actualmente no se consideran parte de la medicina convencional. Hoy día se utilizan cada vez más en el mundo entero, y adquieren mayor importancia desde el punto de vista médico, económico y social, por lo que resulta indispensable conocer qué métodos son los más utilizados y también los más seguros.

Las madres que participaron de este estudio no utilizaron métodos abiertamente dañinos para la salud, sin embargo, algunos tratamientos pueden causar daño físico desde náuseas, diarrea, hipertensión e insomnio, hasta intoxicación, enfermedades hepáticas y renales, e hipersensibilidad, lo que puede generar una consecuencia emocional y una carga económica y social significativa para las familias. Por lo tanto, es de vital importancia entender qué métodos son más seguros y utilizados en niños con discapacidades del desarrollo y tener cuidado de no utilizar métodos que no estén basados en la práctica clínica. 

También se recomienda informar los métodos utilizados al médico que esté a cargo del tratamiento del niño e informarse sobre las desventajas, los efectos secundarios, las formas de administración y las contraindicaciones de los tratamientos de la medicina complementaria y alternativa.

Adaptado y traducido de: “Use of complementary and alternative medicine treatments by mothers of children with developmental disabilities: a cross sectional study”, por Dilek Konuk Sener y Aysel Karaca, 2020, Departmento de Enfermería, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad de Duzce, Duzce, Turquía.

Traducción: Carla Luján Vásquez (vazquezcarlalujan@gmail.com)