Las dificultades sensoriales son más que solo dificultades,  pueden ser una de las causas de las conductas desafiantes, del no poder socializar. Por eso, es preciso estar atentos para ayudarlos a sentirse mejor.

Cuando era chiquito siempre fue un niño “difícil”, pero en esos tiempos las dificultades sensoriales no eran muy tenidas en cuenta, algunos hablaban de integración sensorial, algunos decían los chicos se irritan con los ruidos y las texturas. Pero todo lo que venia de la mano de la conducta tenía que resolverse conductualmente.

Pasamos los años tratando de comprenderlo, terapeutas y familia, de buscar el porque de algunas conductas, el porque de su desorganización, cuando lo que primaba en casa y en la terapia era la organización y  la estructura.

Empezamos a darnos cuenta que tal vez sus problemas con la alimentación podían tener algo que ver con alguna dificultad sensorial, el esconder ropa para que no se la pongamos podían tener que ver con lo que sentía, que esa ropa le provocaba a través de su piel. A ver que solo pensar en hamacarte al ir a la plaza, odiando tocar la arena, tenían un porque. Correr sin sentido y sin querer compartir un juego nos estaba queriendo decir algo.

Y todos sin darnos cuenta empezamos a buscar la forma de ayudarte, de a poco hicimos que pudieras tolerar tocar algunas texturas, desaparecieron esas ropas que molestaban, jugábamos a correrlo cuando corría sin sentido y pudo entrar en ese juego. La plaza fue el lugar de volar, hasta que pudo llegar la hamaca a casa porque ya le molestaba estar con tantos pequeños en la plaza cuando ya tenía 10 y gran tamaño.

Superamos muchas de esas dificultades sensoriales por intuición, y eso ayudo entre muchos otros abordajes a que se fuera calmando su espíritu, a que pudiera incorporar estrategias que le ayudaban a mantenerse regulado y la conducta fue cambiando. Para los pocos que lo conocemos desde pequeño los cambios fueron abismales, y a los que lo conocen hoy les parece imposible que sea cierto lo que contamos de su infancia.

Hoy lo ven y lo  reconocen como el joven de los auriculares que le encanta la música, es cierto, pero la realidad es que esos auriculares con su música, le permiten mantenerse regulado, poder socializar sin tener dificultades. Sí,  le gusta la música, pero lo que esa música le trae es una uniformidad de información, algo que es predecible, ya que siempre la cantan y suena de igual forma. Esa música bloquea los sonidos externos que le generan ansiedad y en ocasiones hasta angustia. Esa música le permite estar más atento al entorno ya que le quita la variable que lo des regula, que es la variabilidad de sonidos que hay en el entorno.

Me preguntan a veces, ¿ pero no puede quitarse los auriculares y estar tranquilo? Si, de hecho cuando va al centro no los usa, cuando hace algunas actividades el mismo los saca, cuando va al Sábado de amigos de Brincar no los lleva. Siempre la motivación y el entorno estructurado ayudan a que no los necesite tanto.

Hoy sabemos que tenemos que tener en cuenta también esta variable sensorial que tantas dificultades puede provocarle, lo aprendimos en el andar, lo que leemos hoy fue experiencia vivida antes.

Las dificultades sensoriales son más que solo dificultades,  pueden ser una de las causas de las conductas desafiantes, del no poder socializar. Por eso, es preciso estar atentos para ayudarlos a sentirse mejor.

Patricia Orea