Entre las características clínicas de los niños con autismo, una situada en la interferencia entre el funcionamiento social y el lingüístico, ha sido de gran interés: la comprensión del niño y el uso de los pronombres personales “yo” y “vos”.

En su descripción original del síndrome autista, Kanner escribió lo siguiente: ‘Los pronombres personales son repetidos como han sido escuchados, sin ser cambiados para ajustarse a la situación alterna. El niño que ha escuchado de su madre “ahora te voy a dar tu leche”, repite exactamente las mismas palabras para expresar su deseo de leche. Consecuentemente, empieza a hablar de sí mismo como “vos”, y de la persona dirigida como “yo”. No solo se retienen las palabras, también la entonación.’ Más adelante, Bosch recalcó que los niños con autismo además de usar de forma atípica el “yo” y el “vos”, se dirigen a sí mismos como “él/ella” o por su nombre propio.
Un estudio hecho por Lee, marcó que los niños con autismo confunden el uso de los pronombres personales “yo” y “vos” en la vida diaria, algo que no ocurre en los niños sin autismo. El uso atípico de los pronombres personales de los niños con autismo ha sido descripto varias veces; confundiendo la aplicación del “yo”. Una de las explicaciones a esto, es que los niños con autismo tienden a repetir como si fuera un eco lo último que escuchan. Por otro lado, también se cree que puede ser un reflejo de las múltiples y diversas dificultes sociales, cognitivas y gramaticales. En otro extremo se encuentran los que creen que la ecolalia y las anormalidades en el uso de los pronombres personales, son expresiones significativas de las limitaciones del niño para establecer un firme sentido de ellos. En el medio, encontramos los autores que consideran que los niños con autismo no logran tomar el rol durante una conversación porque no se identifican con los demás como parte de la conversación. No lo identifican con la persona sino con los hechos que describen las personas que hablan.
En el estudio realizado por los autores de este trabajo, hubo una respuesta similar al uso del primer pronombre personal en plural, “nosotros”, o, alternativamente, “nuestro”. Lo mismo ocurrió con el uso de “vos”, “yo”, “mío”. Al medir la conexión interpersonal, los niños con autismo obtuvieron menor puntaje. Además, la frecuencia en que los niños con autismo miraron a ambos evaluadores, cuando un preguntaba algo concerniente al otro (preguntas en las que el niño debía contestar “él”, refiriendo al segundo evaluador). Estos niños, usaron en menor medida el pronombre “él”, para comunicar a un evaluador sobre el otro. Por lo tanto, el uso espontáneo del pronombre personal “nosotros” no estuvo correlacionado con la conexión de los niños con los evaluadores. Sin embargo, dentro de cada grupo hubo una correlación positiva entre la frecuencia con la que los participantes usaban los pronombres “nosotros” o “nuestro” y el puntaje obtenido en las conexiones interpersonales. Una posible explicación a esto es que los niños con autismo podrían aprender la correcta aplicación del pronombre “nosotros” sin una completa comprensión de lo que significa: “la otra persona y yo”.
Se necesitan más investigaciones para establecer si en ciertas circunstancias, como las empleadas en este estudio, no es necesario tener una experiencia conjunta, entendimiento o motivación para usar el plural del pronombre personal en primera persona de forma correcta, mientras que en otros escenarios, estos factores tienen mayor importancia.
Cuando los participantes con autismo hacían referencia a una tercera persona, su comunicación no incluyó una mirada a dicha persona y una segunda mirada al evaluador con el que estaba hablando. Esto se reflejó en la falta de uso del pronombre “él”. Los niños con autismo son poco propensos a identificarse con las actitudes de otros, algo crítico para mantener un intercambio comunicativo.
Modificado de:
Personal Pronouns and Communicative Engagement in Autism“, R. Peter Hobson • Anthony Lee • Jessica A. Hobson.