La mayoría de los estudios indican que los niños con trastornos del espectro autista de alto funcionamiento tienen menos habilidades adaptativas que lo esperado para su coeficiente intelectual, y que esta diferencia tiende a aumentar con la edad.

Desde un punto de vista práctico, un indicador crítico del progreso de un individuo es su capacidad de  traducir el potencial cognitivo en habilidades de la vida real, que se define como conductas adaptativas  (Sparrow y Cicchetti, 1985). Estos incluyen la capacidad de una persona para conversar y entender a los demás, para el cuidado de la salud, tareas de aseo personal y doméstico, participación en grupos y actividades de la comunidad, así como la interacción con los demás y el desarrollo de relaciones entre muchas otras habilidades necesarias para actuar con éxito en el mundo social. Entre estas distintas habilidades, el comportamiento social y la comunicación ocupan un lugar central en la caracterización y definición de autismo. El conocimiento del desarrollo y los factores individuales que afectan la adquisición de habilidades de adaptación comunicativa y social pueden ser de gran importancia en la planificación de intervenciones más eficaces. Se necesita documentar sistemáticamente una relación positiva entre la reducción de los síntomas y el mejoramiento de las habilidades adaptativas (Klin et al. 2007).

La mayoría de los estudios indican que los niños con trastornos del espectro autista de alto funcionamiento tienen menos habilidades adaptativas que lo esperado para su coeficiente intelectual, y que esta diferencia tiende a aumentar con la edad (Bolte and Poutska 2002; Fenton et al. 2001; Klin et al. 2007). Encontrar fuentes de variabilidad en de estas habilidades ayuda a obtener un panorama más amplio del desarrollo y a identificar objetivos para el tratamiento (Mazefsky et al. 2008).En los individuos más afectados, las habilidades adaptativas son más altas que las cognitivas. Esto podría interpretarse como la maximización del potencial en estos niños o una buena instrucción de habilidades. Sin embrago, también podría estar relacionado con la distribución del puntaje (Perry et al. 2009).

La escala de comportamiento adaptativo Vinelad (VABS) evalúa el desempeño en cuatro áreas: comunicación, habilidades de la vida diaria, socialización, y habilidades motoras. Se dan los puntajes equivalentes a la edad y los estándar para cada áera, y se pueden combinar entre todas las áreas para dar uno global (ABC). Se ha encontrado una correlación entre el nivel cognitivo y las habilidades adptativas (Liss, et al.2001; Vig y Jedrysek 1995). Sin embargo, en general, el nivel de comportamiento adaptativo es más bajo que el nivel cognitivo, al menos para las personas con TEA de alto funcionamiento (Bolte y Poustka 2002; Freeman et al. 1991; Klin et al. 2007).

La presencia de un perfil de ”autismo claro y coherente” en el VABS podría ser decisivo en el diagnóstico, y a menudo se utiliza de esta manera en la práctica clínica. De hecho, el manual de Vineland-II incluye una sección que sugiere que un perfil desigual es una característica de los niños con autismo y RM concomitante, frente a un perfil parejo que se muestra en los individuos con retraso mental (esta información se basa principalmente en investigaciones utilizando el VABS original y no especifica si los perfiles se basan en puntuaciones  estándar o la edad equivalente). Sin embargo, pocos estudios han examinado sistemáticamente perfiles en el VABS en personas con retraso cognitivo sin autismo o comparado perfiles de niños con autismo respecto a otros grupos (Perry et al. 2009).

El nivel de las habilidades en niños con autismo es en función del nivel cognitivo, pero la comunicación y socialización están más afectados de lo que se esperaría. Esto es consistente con los criterios diagnósticos para autismo. Perry et al. (2009) encontraron una tendencia a que haya un “perfil autista” con puntajes de edades equivalentes, al menos para los niños que también tienen RM.

Los individuos con autismo de alto funcionamiento tienen una gran dificultad para traducir su potencial cognitivo en habilidades de la vida diaria. Klin et al. (2003) sugieren que los individuos con autismo aprenden de manera diferente. Ellos pueden desarrollar estrategias compensatorias que les ayudan a una buena puntuación en los exámenes estandarizados. Sin embargo, no pueden aplicar estas habilidades en contextos naturales. Esta información debe ser utilizada como una plataforma para tratar de aclarar los factores que verdaderamente pueden predecir el éxito en la vida real. Este problema ha recibido mucha menos atención de lo que debería, tanto científica como clínicamente (Klin et al. 2007).