La fobia se describe como un miedo marcado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto específico o situación.

La respuesta a un estímulo temido es multifacética ya que tiene dimensiones cognitivas, fisiológicas y conductuales. Las reacciones cognitivas pueden incluir falsas percepciones de la situación, tales como la creencia de que el estímulo o caso plantea una amenaza mayor de la real. Las respuestas de comportamiento pueden incluir mueca de dolor, llanto, agitación, y la aparición de conductas de evitación como tratar de escapar físicamente de la situación o estímulo. Por último, el impacto fisiológico de un estímulo temido puede incluir la activación del sistema nervioso autónomo (es decir, aumento del ritmo cardíaco, la presión arterial, y la conductancia de la piel) y el eje límbico-hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (es decir, la liberación de la hormona del estrés, el cortisol).

Las investigaciones indican que los temores y las fobias son significativamente más frecuentes entre las personas con trastornos del espectro autista (TEA) que entre sus pares de desarrollo típico. Los tipos de miedos y fobias también varían significativamente entre aquellos con y sin TEA, siendo el tipo de temores de las personas con TEA más “inusuales”. Miedos comunes de la niñez incluyen los temores de los animales, muerte o lesiones, la oscuridad, tormentas eléctricas, y los monstruos o fantasmas, y aunque los niños con TEA a menudo muestran estos temores, también pueden demostrar reacciones temerosas hacia lo que puede considerarse estímulos más inusuales o atípicos. Miedos inusuales descritos en la literatura han incluido el temor a situaciones específicas, ruidos, otras personas, aseos, sombras, nubes en el cielo, y objetos mecánicos.

En la población con desarrollo típico, las intervenciones existentes incluyen la desensibilización sistemática, el refuerzo positivo, el modelado, la terapia cognitivo-conductual, y el manejo de contingencias. Las intervenciones utilizadas para tratar las fobias a las personas con discapacidad intelectual suelen ser enfoques de intervención empleando la exposición in vivo, el uso de una jerarquía de miedo, refuerzo positivo, el modelado, la extinción o el bloqueo de respuesta, y el uso de estímulos de distracción.  La terapia cognitivo conductual parece ser la que tiene mayor evidencia a su favor.

Hay una estrecha asociación entre miedos y fobias en TEA y el comportamiento desafiante. La mayoría (75%) de los estudios informan que los participantes expuestos al estímulo al que le tienen miedo o fobia, presentan conductas  que pueden ser consideradas un reto, incluyendo la auto-lesión, la agresión, y destrucción de la propiedad. La participación en la conducta desafiante en respuesta a los estímulos aversivos puede surgir desde el déficit de comunicación propio del TEA, y de la dificultad para expresar apropiadamente esas respuestas emocionales negativas. Esto se vuelve un reto cuando los estímulos son más comunes o sutiles, ya que la asociación entre el estímulo y el comportamiento desafiante puede no ser tan clara.

Se puede argumentar que, para garantizar la eliminación completa de un miedo o fobia, los tres elementos de la respuesta de miedo deben medirse para asegurar que está completamente erradicado. Algunos hallazgos sugieren que aunque la respuesta conductual manifiesta a los estímulos puede ser eliminada, la respuesta fisiológica al miedo puede persistir. Además, el aspecto cognitivo ante lo temido puede persistir aunque los comportamientos hayan sido alterados.

La actual revisión reveló que las intervenciones aplicadas en el tratamiento de miedos y fobias entre las personas con TEA están en línea con los utilizados para los niños de desarrollo típico o los niños con otras discapacidades del desarrollo. Además de estos métodos, previamente enumerados, técnicas intervencionistas menos comunes, como la risa como un inhibidor de la ansiedad (una forma DIR) o las historias sociales también se utilizan. Por otro lado, la participación de los padres en el proceso de tratamiento ayudan al niño.

Todos los estudios revisados ​​reportaron el éxito del tratamiento y la reducción exitosa de la respuesta de comportamiento temeroso o fóbico.

La actual revisión buscó establecer evidencia basada- práctica en el tratamiento de miedos y fobias entre los con TEA. Los resultados de este análisis preliminar sugieren que, para los individuos diagnosticados con TEA, el uso de procedimientos de refuerzo, los procedimientos de modelado y técnicas de exposición durante el tratamiento de miedos o fobias parecen constituir una práctica basada en la evidencia.  Las técnicas que incluyen la desensibilización sistemática, terapia cognitivo conductual y refuerzo positivo también parecerían ser eficaces.

 

Modificado de: Lydon S, Healy O, O’Callaghan O, Mulhern T, Holloway J. (2015)  A Systematic Review of the Treatment of Fears and Phobias Among Children with Autism Spectrum Disorders. Rev J Autism Dev Disord 2:141–154

Foto: LauraLewis23